...ahora con mi edad resulta que
soy un viejo verde, así me llama por lo menos Isabel, la niña del Palmi ¡menuda calienta braguetas la niñita los
cojones! Cada vez que paso hacerme un café y me atiende ella, con esos escotes
que se calza y esa pinta puta que Dios le ha dado y ella realza. Me dice lo
mismo, y eso que yo, tan cortés como siempre, sólo le digo,
y por lo bajito. Que el Palmi tiene un pronto muy
chungo y una oreja en verdad fina. El polvo que le metía. Pero que vamos, yo, y
medio pueblo. Y por ello me dice, por lo bajito también y con una sonría
de oreja a oreja. Que soy viejo verde. Por lo visto uno solo pasa a ser verde
cuando es lo suficientemente viejo como para que los pellejos, como las orejas
y los huevos, cuelguen y hasta balanceen. Pero cuando uno es como yo y toda la
vida ha estado tan salido… ¿de qué color era antes? Yo me decantaría que azul turquesa,
aunque claro, claro, no me queda. Si, para Isabel, e imagino que para otras
muchas, tan solo soy un decrépito viejo verde, y la verdad, me la
suda. Anda que no le vino bien a Isabel este viejo verde hará ya para dos años,
cuando me la encontré por la calle bastante apurada, diría, que hasta agobiada.
La calienta braguetas tendría entonces unos veinte años y por lo visto le
faltaban cincuenta euros para el teléfono móvil que tanto quería. Todos sabemos
que el Palmi es del puño cerrado,
pero cerrado, cerrado. Vi la oportunidad y probé, le dije que yo le daba esos
cincuenta euros, pero a cambio de follar. Ni se lo pensó, dijo que sí, pero
como no me terminaba de fiar, me la lleve a casa, y ya allí, le solté la pasta.
Y esa que hoy me tacha de viejo verde, me comió bien comida la polla antes de
que la follara a lo misionero en la cama, y terminará corriéndome
sobre su cara. ¡Cincuenta euros de mierda! hubiera pagado doscientos, pero eso
no se lo dije jamás, ya que quién sabe cuándo podría precisar cambiar
de móvil, y oye, a lo mejor. Tras aquello y después de ducharnos por separado,
la baje de nuevo al pueblo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario