Sin prohibición
ni
dedo acusador,
sin tierra, cielo o
infierno,
sin lágrimas o
miedos,
chocan entre sí cuerpos
de presentes repletos.
Deambulo sobre mí
mismo
entre soledades
y un
aparente destierro,
sin lograr entender
lo que aún hoy veo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario