sábado, 29 de diciembre de 2018

Poema






A la vera de la ventana
aquella luna cristal,
sus manos cálidas
me parecen alcanzar,
sin que suelte una lágrima
ni suelte el mal.
Sin que ella retenga su todo
y yo, retenga mi más.

Allá que llega
y allá que se va,
esa tan redonda esfera
que me hace temblar
tan dentro de mí
como fuera de ella,
y lejos de la mar
que nacer me viera.
Una revuelta y áspera
noche de noviembre
de aquel siglo mío,
aquel, que ya muriera.

En paz descansen
los siglos y la luna cristal
que cada noche son memoria
y algo que admirar,
a la vera de la ventana
donde mis ojos se congelan
y el aliento cuan muerte empaña,
esos recuerdos que nos hacen mortal
y nos presentan como persona.
Sin que unos quieran
y otros, a Dios pidan,
para sí y para nadie,
ser lo que se piensa y ser,
lo que odian muchos alguien.





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