Como mueren los capitanes,
con el acero en mano
y la cabeza alta, caerán mis sangres,
mis brazos y austero. ¡Bravo!
Como ellos, héroes del tebeo,
me sentí hace mucho.
Montañas de arena hacían mi castillo,
y mi coraza, un pechito menudo.
No perdía los días, les vencía,
como a la mismísima muerte
lo hacen aquellas noches sumergidas.
Era eterno, desconocedor del miedo,
todo alma, orgullo, sentimiento,
un halcón mecido por el viento,
y también, ese torito negro, y puro, y tierno.
Sobre mi fortaleza de arena
la fuerza que ya, de mi reniega,
nacía sin morir en vena,
como lo siguen haciendo las primaveras.
Que tiempos hermanos míos.
¡Qué tiempos aquellos!
donde sin darnos cuenta tanto nos quisimos.
…que tiempos, que tiempos todos aquellos.
A
mis cuatro hermanos.
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