Continúa el frió del suelo aferrado a
sus huesos,
cuando la han vuelto a tumbar.
Aun no ha volado su mirada,
regresado la sonrisa a su cara,
y la vida…
la vuelve a despreciar.
Quiere saber de qué es culpable,
el por qué de su castigo.
Quiere saber tantísimo,
que sus labios, ojos,
la esperanza, hoy simple esbozo.
Le niegan paz y reposo.
Con el miedo por carne,
araña a la vida instantes,
rebuscando entre ellos las contadas
oportunidades
donde se le brindo un soplo de aire.
… Pero sigue, aquí continua,
mimando a la vida.
A Marga Buitrago Avilés. Pequeñita,
alegre, amable, simpática, soñadora, e incansable luchadora. Ejemplo para mí,
de lo que sin duda, es querer vivir.
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