Sumando finales de voraz desdicha,
yacen desmembrados cadáveres
entre la tierra y su propia sangre…
Pisando carne amiga y barro granate,
se escuchan correr las botas de los
aterrorizados militares.
Con la cabeza gacha y las balas silbando
en lo alto,
aun evitamos reconocernos como animales.
Con los ojos entornados,
la boca sellada y hasta el ateo rezando.
Se mezcla el olor de la muerte y el
pánico.
En ese brusco silencio
que en mis sienes a martillea,
…espasmos que no quiero de pies y manos me hacen
prisionero.
Soso el barro que en mis labios y frente amanece,
sin futuro que se haga presente.
En las trincheras, aquí… aquí abajo,
en estas tumbas repletas de pasado.
Se amontona el más agrio de los olvidos,
mi cuerpo, uno de tantos en su eterno silencio,
aun se pregunta el por qué coño de todo esto.
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