Rechazo dejar al tiempo que marcara la
humildad de mi historia, inmerecidas alabanzas de hipócritas fantasías,
decoradas opiniones que digan todo menos
la verdad.
Me niego, viejos y nuevos sabores,
sonidos de escusada satisfacción.
No, no soy capaz de falsear mis letras,
esconder mi cara, acallar mi cariño y mi
rabia.
No, no puedo ocultar mi pesar,
…ni puedo, ni tampoco quiero.
¡Qué coño!
Puntualizado esto con el descaro típico
con el que me permito parir sobre vientos
y papelitos,
tinta, vida, sentimientos sinceros.
Dejo una risueña sonrisa,
constancia de mi orgulloso bien estar
en esta época de ignorancia inyectada en
la yugular.
Apacible y cálido recuerdo que me llena
de orgullo
esa
voz que nace en la cima de mi mundo.
Vosotros, poetas, pintores, actores,
músicos, novelistas,
…a vosotros, incluso a los que aún no os reconocéis en sí mismos.
Vosotros, sois la quietud, la luz, parte del alma en mi ataúd.
Dedicado a ese gran número de amigos de
la cultura en general. Amigos sin fronteras, almas que jamás se resignan y
nunca mueren, navegando sobre la marea de la inmortalidad, donde cada día,
crecen y crecen sin parar.
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